Como soy fan de U2 y simpatizante del Real Madrid (de fútbol, que no de baloncesto), no tengo la más mínima preocupación por ser imparcial, pero me resulta desternillante las similitudes, a veces absurdas, que encuentro en el tratamiento que se da a ambos en prensa y foros. Supongo que debe ser mérito de los irlandeses y los madridistas levantar tantas pasiones y polémicas, haciendo prácticamente imposible discernir críticas más o menos objetivas. Mejor para ellos, que se benefician de la controversia.
El Real Madrid (siempre hablando de fútbol), por ejemplo, si hiciéramos caso a lo que comentan algunos medios, es un equipo que en los últimos diez años ha estado nueve y medio en crisis, jugando de pena y siempre al borde del abismo. Eso sí, en este tiempo ha ganado 4 ligas, 3 supercopas de España, 1 copa Intercontinental, 1 supercopa de Europa y 2 copas de Europa (ahora la llaman Champions). Si la crisis económica es la misma que la de este equipo, BMW y Mercedes se van a poner las botas.
Este año, como no cabía de esperar, es otra temporada «de vergüenza» del Real Madrid, aburriendo hasta las ovejas y con más abucheos que en los últimos combates de Mike Tyson. Eso también, Manu Sánchez, el mejor Barcelona de la historia, el que verdaderamente asombra y maravilla, le saca sólo cuatro puntos, que la semana que viene podrán ser los mismos o más o menos (¡madre mía, voy para presentador de deportes de Canal Sur -«si hubiera entrado entre los tres palos, hubiera sido gol»-!), pero que para estar jugando tan mal supongo que ya es todo un logro.
A U2 le pasa algo parecido. Si bien los de Bono, parecen tener a su Marca o As en la Rolling Stone o en Q, acorde a otros medios especializados no han hecho nada decente desde el Achtung Baby. Hasta en Almería ha llovido y tronado desde 1992, pero con esos cuatro álbumes tan reguleros que han sacado en los últimos 17 años (sin contar el nuevo ni las recopilaciones) han vendido alrededor de treinta millones de discos y ganado 17 premios Grammy, que serán todo lo comercial y deleznable que se quiera, pero, bueno, a falta de mejor referencia, siguen siendo poco menos que el Nóbel de la Música. Además, pocos grupos o cantantes conozco que se hayan negado a tal reconocimiento, parece que sólo Woody Allen y Marlon Brando tienen la suficiencia para «reírse» de los premios de las academias («¡Ah! ¡El Señor Oscar me llama! Pues dile que no puedo ir, que tengo que tocar el clarinete. Nada. Muchas gracias. Un cordial saludo -reminiscencia Digital Plus-!»).
El otro día, por ejemplo, estaba escuchando en la radio un programa en el que había cinco o seis jóvenes que estaban haciendo una crítica del nuevo single (Get on your boots). Pues resulta que, fueron honrados y ya lo dijeron de antemano, a ninguno de ellos le gustaba U2. ¡Sí, sí! A ninguno le gustaba la banda de The Joshua Tree; nadie era medio-fan de los creadores de One, With or Without You o Beautiful Day. ¡Joder! ¡Si por probabilidad estadística tendría que salir al menos uno! ¿Harán algún cuestionario similar al de la entrada en USA en los programas y revistas «modernitos/as» («¿Ha estado usted alguna vez condenado por actividades terroristas?»; «¿Entre sus gustos musicales se encuentra U2?» «No, coño, qué clase de perturbado te has creído que soy»). No me extrañaría que una gran cantidad de medios de comunicación hayan hecho (o vayan a hacer) la crítica de No Line on the Horizon leyendo sólo los títulos de las canciones (es lo «bueno» del Periodismo, puedes dejar las crónicas, artículos, reportajes y críticas antes de que sucedan las cosas: ¡viva la veracidad vivaz!).
A sus «líderes» les pasa algo similar. Hagan lo que hagan, Raúl y Bono («estrella del rock y comprometido»), Bono («rock y compromiso») y Raúl, en según qué medio van a recibir hostias como panes. Raúl lleva acabado y sobra desde hace siete u ocho años y no es que se pueda negar que ha hecho varias temporadas más que tristes, pero al menos en las dos últimas al pobre hombre habría que reconocerle algo (0,53 goles de media en partidos oficiales, según los datos de la Wikipedia), por muy mal que te caiga. A lo mejor es hasta bueno para él, que las críticas parecen revitalizarlo. Hay gente «pa tó».
A mi querido Bono le crean hasta plataformas para que no se meta en temas políticos. Personas del año por la revista Time (junto a Bill -el del Window Vista- y Melinda Gates) en 1995 y nominado al Nóbel de la Paz, al colega le llueven palos por sus actividades político-humanitarias. Que sí, que vale, que sirven de promoción: ok; que en vez de gastarse el dinero en lujo y comodidades los podría donar a ayudar al Tercer Mundo: también (conozco a un montón de gente rica que se ha ido a vivir a una cabaña y ha donado toda su fortuna… Eso sí, una vez pobres, ni puto caso, ni poder mediático, ni leches en vinagre)… Total, que si hace caso a las críticas, el irlandés debería dedicarse exclusivamente a la música y no meter las narices en otros asuntos: ¿a quién le importa que su actividad -por muy interesada que sea- pueda ayudar a que se le condone parte de la deuda a los países más pobres del mundo?, ¿para qué sirve que organice eventos y promueva organizaciones para paliar el hambre en África si su espíritu no es completamente puro? Toda la razón del mundo, salvo con el matiz de que me da a mí que al niño desnutrido de la aldea, del pueblo o la ciudad más empobrecida del planeta, al final le va a resbalar la «pureza ideológica» (que probablemente nunca exista) y prefiera que le lleguen las vacunas, la comida o el agua potable, que se «conforme» con sobrevivir.
Por supuesto, pena por ellos, ninguna. Por mucho ruido que hagan las críticas, al final vociferan más «los incondicionales», que le verán el lado positivo al catenaccio de Capello o a la estridencia del Pop. Mientras tanto, Real Madrid y U2, Bono y Raúl, se podrán partir el culo con todo el tinglado: «Ladran, Sancho…».
Nosotros, por suerte, siempre nos podremos echar unas risas con la visión chanante de la realidad (en este caso boniana: «¡Bonoooooooooooooor!» ): http://muchachadanui.rtve.es/celebrities-bono.html